viernes, 25 de junio de 2010

EL DESTINO CONTRA EL AMOR


Lo que voy a contar a continuación fue algo que he vivido hace sólo dos años.

Hay un dicho que dice:- ”si a un chico le gusta una chica y no se lo dice pronto, más vale que le quiten a la chica y le llamen tonto”… ahora verán porque lo digo.

He crecido y vivido con todos mis amigos toda vida, pero sólo me gustaba estar con una chica con la que me llevaba bien desde siempre, ella era una gran amiga, siempre hablábamos y jugábamos; éramos como hermanos… A medida que los años pasaban, más unidos estábamos, ella siempre me contaba sus sueños y yo los míos; íbamos a colegios distintos así que siempre había alguna historia que contar. A los 14 años empecé a darme cuenta de que ella no sólo era una amiga para mí, la empecé a mirar con otros ojos. -¡Por Dios es preciosa!- decía para mis adentros, esos ojos verdes, esa mirada que jamás he de olvidarlo… Ella empezó a salir con un chico y venía a contarme lo que hacía con él, cómo se reía y se lo pasaba con él, cada vez que escuchaba algo sobre él, una sensación de angustia perseguía a mi cuerpo yo no hacía más que preguntarme:- ¿Qué es lo que me pasa?-¿Por qué me siento así?- si para mi es mi mejor amiga, se lo conté a mi madre para que aconsejara de lo que me ocurría, le pregunté que si me estaba volviendo loco o si me estaba poniendo enfermo; mi madre me miró a los ojos y con una sonrisa, me cogió de la barbilla y me dijo:- No, no estás enfermo ni te estas volviendo loco, no es eso hijo lo que te pasa es que te has enamorado de Dana (así se llama ella) y esa angustia que recorre tu cuerpo se le llama “celos”. Todos los días venía a verme, pero ya no era lo mismo, su tema de conversación era su novio, ya nunca salíamos a dar una vuelta, se distanció de mí hasta que dejamos de hablar.

Un día estaba en el parque hablando con mis amigos después de 2 años en mantenerme a la sombra y estar con una chica que era maravillosa mas no tanto como para hacerme olvidar de Dana , aunque vivíamos en el mismo vecindario no sabía nada de ella. Esa tarde estando en el parque con mis amigos la vi. Era ella, no me lo podía creer ; estaba más guapa que nunca y se me quedó mirando, pero vi que no se atrevía a acercarse a mí, así que decidí hacerlo y nos miramos y le dije:

- Hola! ¿Cómo estás?
- Bien la verdad es que no me puedo quejar. No me he acercado porque no estaba segura de si querías saber de mi.
- Me alegro que te vaya todo bien.

Me dí media y cuando me iba, me dijo que si podíamos salir alguna tarde; y así fue sucediendo, nos empezamos a ver y ponernos al día de lo que nos había ocurrido en estos dos años. Una tarde en que íbamos a salir, estaba nervioso, me había decidido a declararme después de tantos años, a decirle todo lo que sentía hacia ella, pero el destino no quería que estuviera con ella… cuando me disponía a salir de mi casa sonó mi móvil y contesté:

- ¿Sí?
- Deivid, soy la madre de Dana, siento decirte que Dana fue atropellada por un coche y no le queda mucho, me ha dicho que te llame, quiere verte.


Colgué el móvil y subí al coche corrí y corrí todo lo que pude, pero cuando llegué ya era tarde, tarde para todo, se había ido sin poder decirla cuánto la amaba y que en todo tiempo no la había olvidado mas la había hechado mucho de menos. Su madre se acercó a mí llorando y me abrazó, entonces me dio un papel, era una carta de ella que yo no me atreví abrir en aquel momento.

Por febrero o así, limpiando mi habitación encontré aquella carta. Estaba cerrada tal y como la guardé, así que me armé de valor suficiente y la abrí y esto es lo que decía:


Deivid, te quiero, te quiero desde hace años pero jamás tuve valor suficiente para decírtelo, ahora que llega mi final tengo que decírtelo antes de marcharme, para mí sólo has existido tú, quiero que sigas adelante y que te enamores de una chica que te sepa apreciar, porque vales muchísimo eres el chico más maravilloso de la tierra y siempre estaré a tu lado, siempre te querré y no te olvides de mí jamás, me voy sólo con el único temor de que no volveré a ver tu sonrisa, tus ojos, pero sé que no me queda tiempo para temer nada, porque ya es tarde… Besos Dana.


Lo dicho al final me llenó de nostalgia y tristeza, porque no pude decirle cuánto la quería.

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